sábado, 14 de agosto de 2010

Estoy en Facebook, luego existo


Proliferan desde hace tiempo las llamadas redes sociales (Facebook, Twitter, MySpace, Hi5, etc.), siendo las 2 primeras las más conocidas y utilizadas a nivel mundial. Pero desde que en 1995 se creara una de las primeras redes sociales (classmates.com) destinada a poner en contacto a antiguos compañeros de estudios, mucho han cambiado las cosas.
Una red social es aquella que permite y potencia la comunicación ayudándonos a poner en común conocimientos, nos ayuda a encontrar e integrar comunidades y fomenta la cooperación, ayudándonos a hacer cosas juntos. ¿Pero realmente es así? En Facebook, por ejemplo, subimos infinidad de fotografías o videos para que los demás los vean. ¿Realmente las subimos para compartirlas con nuestros amigos o familia por tener un valor especial, o bien simplemente para que los demás vean en qué fabuloso lugar hemos estado de vacaciones, o la glamourosa (o no) fiesta en la que estuvimos anoche, con fotografías de los asistentes,a los que no hemos pedido permiso alguno para publicar esas fotos?
Además, tanto en Facebook como en Twitter lo que se suele hacer en muchas ocasiones es explicar al mundo absolutamente todo lo que haces en cada momento. Que si en el tren de camino al trabajo, que si trabajando, que si desayunando, que si en la playa, que si ya has vuelto de la playa... Incluso podría darse la paradoja de que explicáramos que lo que estamos haciendo en ese momento es explicar lo que hacemos en ese momento. ¿Tenemos quizás una falta de protagonismo en nuestras vidas o en la sociedad?¿Nos hemos vuelto egocéntricos? ¿Nos hemos preguntado si al resto de personas les interesa todo lo que hacemos? ¿O realmente las redes sociales nos conectan de tal manera que incluso ha cambiado los hábitos de la sociedad actual y, gracias a Internet, estamos mucho más conectados con nuestras amistades y familiares que hasta ahora, compartiendo información de todo tipo en todo momento? ¿Quizás este “exceso de conectividad” provoca un exceso de información que acaba derivando en informaciones sin relevancia alguna en lugar de informar de algo cuando realmente era relevante, como pasaba antes?
Por otro lado y sin pretender ser alarmista ¿conocemos los riesgos que existen al publicar tanta información personal en la Red? ¿Hemos revisado el nivel de privacidad que tenemos configurado, por ejemplo, en Facebook? Nadie se escapa a estas redes. Hace aproximadamente un año salió a la luz pública que la esposa de sir John Sawers, el actual director del MI6 (Servicio secreto británico) colgó fotografías y reveló en Facebook información personal de la familia, incluida la ubicación de su residencia en Londres, así como las direcciones de sus hijos y sus suegros. Relación divertida la del MI6 con Facebook, donde también a finales del año pasado el servicio secreto publicaba tres anuncios con el objetivo de reclutar espías.
Obviamente las redes sociales tienen su utilidad, tanto a nivel personal para compartir información de valor con aquellas personas que deseemos, como a nivel empresarial, como herramienta de Marketing 2.0 o como herramienta para acercarnos más a nuestros clientes, pero quizás deberíamos reflexionar sobre si hacemos el uso correcto de las mismas. Hace unos meses, cuando se produjo la erupción del volcán Eyjafjalla en Islandia, Eurocontrol, la agencia europea de control aéreo, fue informando en detalle a través de Twitter de todos los detalles que se iban produciendo.
Ahora ruego que me disculpen. Me he de conectar a Facebook y Twitter para explicar a todos mis contactos que ya he terminado mi artículo.