Hace poco mas de dos meses, el presidente Zapatero anunciaba durante el Debate del Estado de la Nación la puesta en marcha del plan Escuela 2.0, que hará que las aulas dispongan de pizarras digitales, conexión inalámbrica a Internet y que cada alumno a partir de 5º curso de primaria en centros públicos y concertados, disponga de un ordenador personal portátil.
Si analizamos estas tres medidas, las pizarras digitales y la conexión inalámbrica a Internet pueden tener cierta utilidad. Pero ¿realmente es una medida eficaz el hecho de suministrar portátiles a niños de 10 años? Para aquellas familias que no dispongan de recursos para poder disponer de uno, claramente sí. Pero el Gobierno no se debe quedar aquí. Ha de ir más allá e intentar mejorar la productividad en las aulas a través de las Nuevas Tecnologías. ¿Acaso los alumnos que dispongan de un portátil mejorarán claramente su rendimiento en clase? Está muy bien ofrecer herramientas, pero más importante es explicar como utilizarlas de forma óptima para sacar el máximo resultado. Y después, aplicarlo, claro está. Quien sabe si ese portátil se utilizará en casa para fines educativos o bien, acabará inundado de juegos u otra clase de programas y destinado a cualquier uso... ¿Ya se plantea el Gobierno ofrecer un servicio de soporte técnico para los problemas que puedan tener dichos portátiles? A partir de septiembre, los 420.000 alumnos que se beneficiarán de esta medida pasarán a ser 420.000 usuarios que querrán que su portátil funcione perfectamente.¿Cómo lo solucionarán? ¿O el portátil será de las familias y una vez entregado, si te he visto no me acuerdo?
Si realmente queremos mejorar la productividad en las aulas y ser innovadores, ¿por qué no mejorar y optimizar los contenidos, que nos tienen anclados desde hace décadas? ¿Por qué no fomentar el uso de los libros electrónicos (e-Books), para que los alumnos puedan leer sus libros en formato digital? O bien instalar ordenadores o utilizar los famosos portátiles de Zapatero para trabajar con los contenidos. Pero aquí hemos topado con el histórico negocio de los libros de texto, de los que se producen nuevas versiones en cada curso y que obliga a que los padres tengan cada mes de septiembre que comprar una infinidad de libros ¿necesarios? para la educación de sus hijos. Si todo ese material fuese digital y se pudiera descargar o consultar online a través de Internet (pagando obviamente por los derechos de autor o por lo que se estipule para cumplir con la legalidad) los costes para los padres se reducirían enormemente. De entrada, ya no se pagaría por la impresión y distribución de los libros. Y nuestros hijos nos lo agradecerían, ya que sus espaldas y brazos no se resentirían más por cargar a lomos con todos los libros o por arrastrar carritos llenos de libros como si vinieran de comprar del mercado.
Hace poco se generó una gran polémica porque Sir Jim Rose, ex director de Ofsted, el órgano supervisor de la enseñanza en Gran Bretaña, propuso que se incluyera en el temario de las escuelas de primaria estudiar redes sociales y blogs (Twitter, Wikipedia, etc) en lugar de hechos y personajes históricos, que ya se estudian en secundaria, con el argumento de que desestimar que un número creciente de niños sabe utilizar un ordenador antes de aprender a escribir no conduce a nada. Según Marilina Lipsman, de EducaRed, "Los chicos y chicas chatean, tienen blogs, usan Facebook y la escuela no puede ignorarlo"
Otra mejora que se podría aplicar dentro de las ganas que parece tener el gobierno por innovar en las aulas a través de las Nuevas Tecnologías podría ser grabar las clases para que cualquier alumno pueda recuperarlas visualizándolas desde casa, en caso de no asistir a alguna clase. O implementar campus virtuales donde a través de entornos colaborativos (foros, blogs, videoconferencias, etc.) los alumnos y profesores puedan interactuar de forma ágil y práctica. Las posibilidades son infinitas.
Todas estas herramientas que quizás parecen futuristas, aplicadas sobretodo a las áreas de primaria en las escuelas, actualmente las están utilizando escuelas de negocio. ¿Por que no trasladarlo al ámbito público y al resto del sistema educativo? Si según el Gobierno, tantas ayudas da a las empresas para temas de innovación, porque no se auto conceden algunas y comienzan a implantar este tipo de políticas? Obviamente, siendo justos, el coste de adaptar todos los centros públicos y concertados con este tipo de herramientas y formar al profesorado es elevado, pero Roma no se conquistó en dos días, y lo que está claro es que si nunca comenzamos, nunca acabaremos. Y seguiremos siendo el país de lápiz y papel al que nos hemos acostumbrado en los ámbitos públicos y legales. País donde casualmente, los que están cambiando la forma de trabajar y de hacer, son los jóvenes de hoy en día, que desde pequeños aprenden y están en contacto con las nuevas tecnologías. Paradójicamente, en sus casas.
Si analizamos estas tres medidas, las pizarras digitales y la conexión inalámbrica a Internet pueden tener cierta utilidad. Pero ¿realmente es una medida eficaz el hecho de suministrar portátiles a niños de 10 años? Para aquellas familias que no dispongan de recursos para poder disponer de uno, claramente sí. Pero el Gobierno no se debe quedar aquí. Ha de ir más allá e intentar mejorar la productividad en las aulas a través de las Nuevas Tecnologías. ¿Acaso los alumnos que dispongan de un portátil mejorarán claramente su rendimiento en clase? Está muy bien ofrecer herramientas, pero más importante es explicar como utilizarlas de forma óptima para sacar el máximo resultado. Y después, aplicarlo, claro está. Quien sabe si ese portátil se utilizará en casa para fines educativos o bien, acabará inundado de juegos u otra clase de programas y destinado a cualquier uso... ¿Ya se plantea el Gobierno ofrecer un servicio de soporte técnico para los problemas que puedan tener dichos portátiles? A partir de septiembre, los 420.000 alumnos que se beneficiarán de esta medida pasarán a ser 420.000 usuarios que querrán que su portátil funcione perfectamente.¿Cómo lo solucionarán? ¿O el portátil será de las familias y una vez entregado, si te he visto no me acuerdo?
Si realmente queremos mejorar la productividad en las aulas y ser innovadores, ¿por qué no mejorar y optimizar los contenidos, que nos tienen anclados desde hace décadas? ¿Por qué no fomentar el uso de los libros electrónicos (e-Books), para que los alumnos puedan leer sus libros en formato digital? O bien instalar ordenadores o utilizar los famosos portátiles de Zapatero para trabajar con los contenidos. Pero aquí hemos topado con el histórico negocio de los libros de texto, de los que se producen nuevas versiones en cada curso y que obliga a que los padres tengan cada mes de septiembre que comprar una infinidad de libros ¿necesarios? para la educación de sus hijos. Si todo ese material fuese digital y se pudiera descargar o consultar online a través de Internet (pagando obviamente por los derechos de autor o por lo que se estipule para cumplir con la legalidad) los costes para los padres se reducirían enormemente. De entrada, ya no se pagaría por la impresión y distribución de los libros. Y nuestros hijos nos lo agradecerían, ya que sus espaldas y brazos no se resentirían más por cargar a lomos con todos los libros o por arrastrar carritos llenos de libros como si vinieran de comprar del mercado.
Hace poco se generó una gran polémica porque Sir Jim Rose, ex director de Ofsted, el órgano supervisor de la enseñanza en Gran Bretaña, propuso que se incluyera en el temario de las escuelas de primaria estudiar redes sociales y blogs (Twitter, Wikipedia, etc) en lugar de hechos y personajes históricos, que ya se estudian en secundaria, con el argumento de que desestimar que un número creciente de niños sabe utilizar un ordenador antes de aprender a escribir no conduce a nada. Según Marilina Lipsman, de EducaRed, "Los chicos y chicas chatean, tienen blogs, usan Facebook y la escuela no puede ignorarlo"
Otra mejora que se podría aplicar dentro de las ganas que parece tener el gobierno por innovar en las aulas a través de las Nuevas Tecnologías podría ser grabar las clases para que cualquier alumno pueda recuperarlas visualizándolas desde casa, en caso de no asistir a alguna clase. O implementar campus virtuales donde a través de entornos colaborativos (foros, blogs, videoconferencias, etc.) los alumnos y profesores puedan interactuar de forma ágil y práctica. Las posibilidades son infinitas.
Todas estas herramientas que quizás parecen futuristas, aplicadas sobretodo a las áreas de primaria en las escuelas, actualmente las están utilizando escuelas de negocio. ¿Por que no trasladarlo al ámbito público y al resto del sistema educativo? Si según el Gobierno, tantas ayudas da a las empresas para temas de innovación, porque no se auto conceden algunas y comienzan a implantar este tipo de políticas? Obviamente, siendo justos, el coste de adaptar todos los centros públicos y concertados con este tipo de herramientas y formar al profesorado es elevado, pero Roma no se conquistó en dos días, y lo que está claro es que si nunca comenzamos, nunca acabaremos. Y seguiremos siendo el país de lápiz y papel al que nos hemos acostumbrado en los ámbitos públicos y legales. País donde casualmente, los que están cambiando la forma de trabajar y de hacer, son los jóvenes de hoy en día, que desde pequeños aprenden y están en contacto con las nuevas tecnologías. Paradójicamente, en sus casas.